Jueves 25 de octubre de 2007
Conversaciones colectivas
Ayer conversaba con un amigo con el que nos conocimos en la enseñanza media. En esos días lejanos, René Ordóñez llenaba de medallas el atletismo estudiantil ariqueño, corriendo alegre entre esperanzas desérticas de una tierra que florecía y que tenía un sentido de futuro, un sueño que era posible ir viendo y palpando como se construía día a día. Nos conocimos en la época de gloria y de esperanza cierta de nuestra tierra, cuando la Junta de Adelanto marcaba un hito notable de descentralización, cuando Arica se vinculaba al desarrollo nacional de esa época caracterizada por la industrialización, cuando veíamos con orgullo que la ciudad crecía en habitantes y en su desarrollo urbano manifestado en construcción de parques y plazas. Pero, no era nostalgia lo que inundaba la conversación con René, que ahora no corría, pero sí recorría la ciudad manejando su taxi colectivo con rumbo al lugar donde me dirigía. La conversación estaba marcada por el ánimo, las ansias de construir el futuro o al menos incidir levemente en su configuración.
Conversaciones colectivas
Ayer conversaba con un amigo con el que nos conocimos en la enseñanza media. En esos días lejanos, René Ordóñez llenaba de medallas el atletismo estudiantil ariqueño, corriendo alegre entre esperanzas desérticas de una tierra que florecía y que tenía un sentido de futuro, un sueño que era posible ir viendo y palpando como se construía día a día. Nos conocimos en la época de gloria y de esperanza cierta de nuestra tierra, cuando la Junta de Adelanto marcaba un hito notable de descentralización, cuando Arica se vinculaba al desarrollo nacional de esa época caracterizada por la industrialización, cuando veíamos con orgullo que la ciudad crecía en habitantes y en su desarrollo urbano manifestado en construcción de parques y plazas. Pero, no era nostalgia lo que inundaba la conversación con René, que ahora no corría, pero sí recorría la ciudad manejando su taxi colectivo con rumbo al lugar donde me dirigía. La conversación estaba marcada por el ánimo, las ansias de construir el futuro o al menos incidir levemente en su configuración.En un momento, mi amigo me comentó que él puede observar que el estado de ánimo de la población ha cambiado nuevamente en estas dos semanas desde que se instaló la nueva región. Que la gente que con él conversa pasó de un estado de ánimo entusiasta a una suerte de esperanza pasiva. "Es que la gente cree que las cosas iban a cambiar de un instante a otro y se equivocan", me comenta. Agrega: "la gente siente desconfianza de que lleguen algunos a servirse de ellos y no a servirlos a ellos. Mal que mal, así ha sido la tónica, o al menos eso es lo que la gente dice". Después de un rato de traspasar la valla de la desconfianza, vuelve a la carga preguntándome: "Pero, cuáles son las diferencias sustantivas entre los liderazgos ariqueños que nos impiden tener o hacer un camino común, por qué razón la gente no es generosa y deja de pensar en ellos mismos para pensar en el bien de todos". "Cuáles crees tú que son las diferencias", me interroga ahora directamente. De verdad -le confieso- hablo permanentemente con personas diferentes y creo como tú que en relación a los temas más cardinales de Arica y Parinacota, si bien existen diferencias legítimas, aquellas son de menor envergadura que las convergencias que creo existen en un amplio espectro de los liderazgos regionales. Pero entonces "qué ocurre que no somos capaces de unirnos y dejar los intereses particulares, por los intereses colectivos", me inquiere. Definitivamente, no tengo la respuesta absoluta, pero advierto en René el deseo de muchos ariqueños de avanzar, de comprometerse y de participar en un compromiso colectivo que oriente los recursos en beneficio de la gente y de la modernización de la ciudad y región.
Hermann Mondaca Raiteri
Se estima que en el mundo actualmente más de 180 millones de personas viven en un país distinto al de su lugar de nacimiento. En la actualidad existe ausencia de debate y políticas claras respecto de la inmigración en Chile. Es un tema nacional pero, ciertamente, lo es también a nivel regional.
El próximo lunes se constituirá formalmente la Región de Arica y Parinacota. Es el inicio de un sueño que surgió hace muchos años. Es el inicio del fin también, para una lógica centralista que ha marcado la vida política, económica, cultural y social, durante los últimos 34 años de la historia regional. Este momento tan deseado por toda la población, es el instante preciso para recordar el esfuerzo y la lucha de grandes líderes locales que hace más de medio siglo se esforzaron por alcanzar esta conquista indiscutible de toda la gente de nuestra tierra. Es el momento justo para rendir un público homenaje a grandes luchadores de nuestra tierra, como Luis Valente Rossi, Bernardino Guerra, Santiago Arata y Humberto Palza, simbolizando en ellos a cientos de ariqueños que entregaron lo mejor de sus vidas por la bonanza de nuestro territorio y su gente. Recuperar su presencia no se relaciona con una visión del pasado, sino con la fuerza proyectiva del porvenir.